Carlos Pinedo Texidor
628 - Día libre.
Después de un año caótico de viajes, recados y demás obligaciones de la vida adulta he aprendido (a las malas) que después de unas vacaciones o de un viaje no hay nada mejor que tener un día libre en casa. Y eso es precisamente lo que he hecho hoy. Después de acompañar a mis padres al ferri he vuelto a casa, me he hecho fuerte en el sofá y me he dispuesto a leer, escribir y tratar de recuperar el sueño perdido.
La mañana ha dado paso a la tarde, no sin antes sucumbir a un maravilloso sándwich de entrecot y mostaza patrocinado por la nevera que mis padres decidieron rellenar. Y en ese momento en el que la comida se desvanece y los rayos de la tarde comienzan a enrojecerse Mer llamó a la puerta y me privó de la siesta que tanto merecía.
Con Mer tenia muchas cosas pendientes, entre ellas encontrar el punto perfecto para los cafés de mi nueva nave espacial, una Delonghi que me promete espresos cremosos e intensos.
Después de suficientes cafés como para despertar a una oficina me tocó volverme a vestir de gala. Hoy volvía a entrenar después de semana y media alejado del verde. La nariz ya no sangra, y tampoco cruje, motivo más que suficiente para volver a correr detrás de una pelota.
Supongo que este día libre, más propio de un rico heredero que de un joven que se busca la vida en el Báltico, es un recordatorio más de la belleza de la independencia y libertad de mi actual vida. Dos realidades que con toda la tristeza de mi corazón sé que son imposibles en la ciudad que me vio crecer.
Martes 2 de mayo de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #628
