Mi idilio con el mundo del póker sigue su camino. Con algo menos de cien horas de torneos y partidas varias desde enero creo que por fin empiezo a estar a un nivel muy serio. Y aunque hace varias semanas este pensamiento ya me rondaba la cabeza, hoy he conseguido terminar de creérmelo.
Hoy ha sido un torneo duro, una mesa muy competitiva llena de grandísimos jugadores. Diversas nacionalidades con las que más de alguna vez he tenido que medirme cara a cara, y ante la sorpresa de muchos, parece que en estas últimas semanas estoy jugando con algo más de suerte.
Sobre el papel la suerte me ha acompañado. Grandes primeras cartas que alternaban combinaciones de figuras y conectores del mismo palo. Cartas con las que según Negreanu, uno debería triplicar la ciega grande. Y hasta ahí todo bien, pero claro, hoy mi mesa ha sufrido los flops más secos que he visto en estos meses.
Puede que hoy haya sido una prueba de los dioses del póker. Un examen para ver si ese jovencísimo español es capaz de jugar con rangos y faroles. Y permitidme que os diga, creo que los rainbow flops sin straight draw empiezan a ser mi especialidad.
He debido acabar fuera en décimo cuarta posición. Unos quince minutos antes del inicio de la mesa final. Después de un all in con pareja de nueves pre flop he descubierto que el australiano que me ha desplumado toda la noche llevaba pocket jacks. Y ni si quiera con mi flush draw en el flop he conseguido salvarlo.
Cuando me he levantado, los seis que quedaban en la mesa no han dudado en darme la enhorabuena. Alguno me echaba en cara que peco de limping, pero que si sigo jugando así voy por buen camino. Parece que prometo, que eso del póker se me da bastante bien. Supongo que será porque todo buen abogado sabe engañar y suponer.
Viernes 14 de abril de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #610
