Kalamaja, ese barrio en perpetua metamorfosis que ahora me acoge. Podría decirse que se asemeja a mi vida laboral de una forma sorprendente. A simple vista, ambos parecen tranquilos, pero es solo ante los ojos del que decide pararse cuando uno descubre su esencia, la del bullicio y la inestabilidad.
Pasear por Kalamaja es adentrarse en una sinfonía inconclusa, donde cada nota y cada acorde se suman para crear una melodía en constante evolución. Así es también mi vida laboral, una travesía en la que cada día me siento parte de una crónica de un caos anunciado. Una suerte de tragicomedia con la que cada día disfruto más.
En Kalamaja, lo nuevo convive con lo tradicional, creando un ambiente vibrante y estimulante. De forma similar, en mi trabajo, la innovación y lo innamovible por el paso del tiempo se entrelazan formando una enredadera de la que es muy difícil huir. Y aunque pueda parecer caótico a veces, ese dinamismo es justamente lo que hace que Kalamaja y mi vida laboral sean tan adictivas para mí.
Hoy en mi vuelta a casa, callejeando por un Kalamaja en obras y con la nueva canción de Rainbow Kitten Surprise de fondo no he podido evitar pensar en la belleza y el descaro de lo caótico. En esa pequeña emoción al abrazar lo impredecible, o como dice la canción: “Feeling like a lot, like it was lately Lot of going on. Not a lot of coming in, that's how it goes”
Lunes 10 abril de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #606
