Carlos Pinedo Texidor
601 - Una última visita a Ikea.
Hoy era el día, la última aventura de Ikea para culminar la decoración de mi rincón de la calle Soo. Suena a tópico, pero esa emoción de saber que pronto mi casa estaría completa, cada rincón cuidadosamente decorado, es una sensación que no sólo me enorgullece, sino que me hace valorar aún más mi independencia Báltica.
En esta ocasión, he tenido que adentrarme junto a Mer en el laberíntico Ikea buscando el último detalle que le daría vida a mi salón, algo que encajara a la perfección con el diseño que había imaginado desde el principio. Con cada artículo que contemplaba me imaginaba nuevas memorias con las que llenar mi rincón báltico, memorias con las que adornar este segundo volumen de recuerdos.
Siendo sinceros, y tal vez por ser hijo de mis padres, encuentro en la decoración del hogar un placer inigualable. Prefiero cenar menos veces fuera de casa y poder permitirme ese cactus de metro y medio que ahora adorna mi salón. Tal vez la decoración sea algo similar a un vicio, pero dejadme que os diga, qué vicio tan placentero.
En mi primera casa de Jakobi, por mucho que ahora me duela admitirlo, no tenia espacio para hacerla mía. Un apartamento pensado para estancias temporales, sin lugar para lo propio, y que nunca pensé que fuera a ser algo duradero. Y es que cuando pisé Estonia con dos maletas y un contrato de trabajo debajo del brazo, me imaginaba una aventura de un par de años. Y ahora, camino del primero, empiezo a pensar más en la década que en el lustro.
Tal vez por ello, la visita de hoy a Ikea sea mucho más que las pinceladas finales de un pequeño hogar en la calle Soo. Tal vez hoy haya sido la última inversión de una vida monacal que va para largo, aunque ya hablaré más detenidamente de ello.
Miércoles 5 de abril de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #601