En la última fecha de mi querida liga de póker he tenido la desgracia de jugar la modalidad de Crazy Pineapple. Un juego inventado por sadomasoquistas del azar que buscan sufrir con cada flop. Como le decía a mis habituales compañeros de mesa, esta modalidad es todo lo que debe quitar el sueño a los estadísticos del póker. Una variante donde te descartas de una de las tres cartas antes del turn. Y que sin duda hacen imposible el jugar con cabeza.
Como era de esperar no he tardado en perder mi sitio. Mi trío de nueves poco ha tenido que hacer contra un trío de jotas. Y aunque haya caído a mitad de torneo, no he logrado puntuar lo suficiente para llegar a la final del próximo viernes. Aún me lamento del viernes pasado, tuve la victoria muy cerca, y esa mesa final me dolerá eternamente.
Tal vez la noche de hoy, más allá de mis errores sobre el tapete, vaya a ser recordada por compartir tan buenos momentos con el sudafricano y el maltés que han decidido visitar Tallin. Y después de una caótica semana y un viernes lleno de imprevistos he logrado evadirme de esas responsabilidades laborales tan afiladas.
Y por primera vez en mucho tiempo voy a ser breve en este recuerdo. En parte porque el exceso de detalles quitaría protagonismo a la simpleza de mi felicidad transitoria. Y por supuesto, porque lo bien escrito y recordado no mejora por contarlo doblemente.
Viernes 24 de marzo de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #589