Hablemos de lo multicultural, eso que tanto debate genera y que roza lo absurdo y que como concepto vive atrapado en una guerra ideológica perdiendo así todo aquello que lo hace especial y único.
Lo multicultural, para los zurdos implica valorar el respeto en torno al pasado. Cuanto más marginal sea tu cultura más respeto merece, y cuanto más haya sufrido tu pueblo más derecho tiene la masa a imponer sus tradiciones. Por el contrario, la derecha se obceca en pensar que lo multicultural busca la erradicación de lo occidental.
Para mí, centrista centrado en muchos temas, lo multicultural se resume en la curiosidad y la crítica, o por decirlo de otra forma en el criticismo de lo curioso. En una sociedad excesivamente globalizada donde la nación (antes masa) deja de existir y pasa a ser parte de una masa global parece que no hay espacio para mi propuesta.
Porque seamos sinceros, globalismo no es que todos accedamos a la misma basura de ropa fabricada en Filipinas. Globalismo debería ser la capacidad de acceder a cualquier elemento de una masa nacional ajena a la tuya. Y en ese acceder a lo ajeno incluyo la capacidad de reírse de elementos tan sensibles que solamente un miembro de esa masa nacional sería capaz de usar.
Ahora que he abierto el melón, y que me acerco al límite de caracteres de mi odiado Instagram me toca introducir con mayo ro menor acierto la conexión de lo anterior con el recuerdo de hoy.
Un bengalí, un maltés, un sudafricano, un inglés y un español riéndose de lo ajeno en suelo Estonio. Comentarios llenos de cariño y humor con los que muchos zurdos se llevarían las manos a la cabeza y con los que tantos diestros usarían como eslóganes políticos. Y ahí está la esencia de todo lo anterior, rehuir de la política, y disfrutar de la crítica curiosa. Porque la vida es muy corta como para vivir sin el placer de reírte de los expolios de un británico, de la forma de conducir de un bengalí, de la vaguearía de un español, de la piratería de un maltés o del pasado de un sudafricano.
Martes 21 de marzo de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #586