Carlos Pinedo Texidor
583 - La vida tranquila.
La vida tranquila, eso que en Madrid parece tan complicado es una realidad en la orilla del Báltico. Una ciudad que no está condenada a las escapadas de fin de semana. Una ciudad que florece cada mañana de sábado y que ofrece cobijo a los jóvenes que como yo disfrutan de un café temprano y un paseo por Telleskivi.
Desde que me mudé a Kalamaja mi vida se ha visto muy beneficiada. Vivo en uno de los barrios más bonitos de Tallin. Un barrio que ha dejado atrás sus tiempos de fábricas y cárceles. Un barrio que ha pasado de la delincuencia a las familias y los perros. Algo muy similar a lo que se debió de vivir en Malasaña hace varias décadas.
Kalamaja, además de estar inmerso en constantes obras públicas, colinda con uno de los barrios más de moda de Tallin. A escasas manzanas de Telleskivi, la que podría ser la zona hípster de Tallin y que se ha posicionado como lugar idílico, y todo ello a escasos metros del mar.
Tengo mucha suerte, no voy a mentir, y aunque financieramente no tenga mucho sentido destinar lo que destino a mi alquiler, la felicidad de vivir donde vivo para mí vale más que esos euros que podría ahorrarme.
Después de haber dormido diez horas, y completamente recuperado después de una frenética semana he ido (paseando, como no) a por un café a Fica. Un rincón muy de moda en Telleskivi y que a Mer le gusta en exceso.
La vida simple, la de paseos y cafés. La que te permite deambular por tiendas de vinilo y ropa de segunda mano. La que te ayuda a apreciar los detalles de una vida a la merece la pena aspirar.
La felicidad en Tallin no se mide en la posibilidad de hacer viajes de esquí, escapadas al campo o huidas a la playa. Aquí se vive por y para las mañanas de sábado. Donde la ciudad aún duerme y los perros inundan las calles.
Sábado 18 de marzo de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #583