572 - Nieve y fútbol.

El fútbol es un deporte maravilloso. Es la mezcla perfecta entre esfuerzo físico y rapidez mental. Te obliga a estar en forma y a pensar muy rápido. Y lo mejor de todo es que parece que después de veinte años jugando se me empieza a dar muy bien.

Es cierto que aún no he llegado al nivel físico que tuve allá por diciembre del año veintiuno. También es cierto que no por ello entreno con menos ganas. Hasta me atrevo a decir que volver a donde estaba no es lo que más me motiva. Quiero estar más en forma, y la vida monacal que me permito el lujo de vivir en Estonia me va a ayudar a conseguirlo.

Hoy he entrenado por primera vez con el equipo de tercera decisión en el que parece que voy a poder jugar si sigo mejorando. El nivel es mucho más alto de lo que esperaba. Un equipo que empezó a carburar hace cuatro temporadas cuando lograron fichar al jugador más explosivo con el que he jugado nunca. Un portento físico que es capaz de cambiar de ritmo antes de que el defensa empiece a defender. Con un tiro tan potente que fácilmente podría romper varios dientes a un portero.

La mitad del equipo está formada por muchos guiris que como yo buscan disfrutar en el verde, y la otra mitad estonios y rusos cuyo nivel físico hace al que escribe agachar la cabeza humildemente y querer entrenar más y mejor. Haber entrenado con ellos en medio de una ventisca me ha hecho entender que me queda mucho para poder dar la cara. Que meter goles no es suficiente si quiero jugar con ese animal competitivo del que antes hablaba. Necesito entrenar más y mejor. Y es un reto que me excita mucho más que cuando decidí correr aquel triatlón en Mallorca.

Sé que voy a superar aquella forma física que me permitía cabalgar de madrugada por Madrid. Y para ello tengo que aceptar que jugar a menos seis grados, con nieve y hielo es el primer paso del largo camino que me queda por recorrer.

Martes 7 de marzo de 2023

Tallin, Estonia

Recuerdo #572