Acabo de llegar a casa después de mi entrenamiento de fútbol. De ahora en adelante cada miércoles me citaré con Rumori Calcio en el estadio detrás de la que fue mi primera casa en Tallin.
No voy a mentir, estoy destrozado, me duele el alma y las piernas me fallan. Pero aunque resulte paradójico o un recurso literario me siento lleno de energía y entusiasmo. Tal vez haya sido gracias al café con Georg antes de entrenar. O puede que sea el volver a sentirme capaz de jugar noventa minutos. Pero sea lo que sea, como le decía a Georg merece la pena vivir semana a semana y tener un objetivo claro en el horizonte.
Aunque el día haya sido agotador, y mi cuerpo se resiente, sé que estoy siguiendo los pasos correctos para recuperar mi capacidad de entrenamiento. Después de todo, y como decía ayer en los últimos dos meses he recuperado gran parte del músculo que perdí y he perdido gran parte de la grasa que gané. Aunque ahora toca demostrar sobre el verde la efectividad de mi vida monacal.
Sé que mañana mis piernas me dolerán y me costará levantarme de la cama, aunque no puedo evitar sentirme agradecido por la oportunidad de volver a entrenar al fútbol. Tal vez en un par de meses cuando pueda volver a competir me acordaré de este primer entrenamiento entre semana y entienda entonces que de vez en cuando tengo buenas ideas.
Miércoles 1 de marzo de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #566
