Decía Marco Aurelio, bueno, realmente lo dicen sus traductores, algo así como: "Hazte semejante a un promontorio. Las olas chocan contra él de continuo, pero se mantiene firme hasta que, al final, en torno a él se abonanzan las aguas”. Que si lo adaptamos a mi vida sería algo así como "aguanta agarrado al árbol que ya llegará la primavera y con ella la sombra que tanto buscas".
Citas y cursiladas aparte, mi querido Marco Aurelio, y permitidme el lujo de hacerlo mío y tratarlo de querido, fue un gran hombre. De esos cuyos pensamiento más íntimos han sido prostituidos por gurús y engañabobos. Unos pensamientos reservados a su más absoluta intimidad y que debieron de ser destruidos se han convertido en lo que nunca debieron ser. Carne de citas baratas como la mía del principio.
Pero Marco Aurelio, que en paz descanse, además de ser uno de los pocos emperadores buenos de Roma (y no lo digo yo, eso de five good emperors viene de largo) escribía muy bien. Y yo como buen escritor (por llamarme de algún modo) venido a más lo aprecio mucho, y tal vez por la paz de mi entrenamiento monacal recurro mucho a su libro que tengo en mi mesilla. Ese que tanto se mancilla en nombre de gurús de autoayuda y morrallas varias.
Y ahora, después de ese inconexo inicio, pretendo sin excederme en palabras (que luego Instagram me obliga a meter la tijera) recordar el día de hoy. Y es que el día de hoy, además de haber empezado con un gran entrenamiento a las siete y pico de la mañana, se ha visto culminado por una cena con el que hasta hace tres meses era mi equipo de mi primer curro en el Báltico.
Eso de la paciencia que me ha servido para recurrir a una filigrana literaria es tal vez el núcleo irradiador que permite a la hegemonía moverse en tensión junto a la seducción de los sectores aliados laterales (como diría Errejón, nótese la ironía). Porque seamos sinceros, sino hubiera hecho todo poco a poco (paciencia mediante) es muy probable que ahora escribiese esto en Madrid, sin trabajo y con varios kilos de más.
Martes 21 de febrero de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #558