Carlos Pinedo Texidor
556 - Eso que usted llama fútbol.
Hace muchos años circulaba por Tuenti un texto que hablaba sobre lo diferente que es el fútbol para los que lo juegan. Describía diversas situaciones que vividas dentro del verde hacen a todo hombre vivir un sentir y pesar profundos. Como esos gemelos que fallan cuando se disputa un último balón. Esas carreras donde se acaricia la pelota antes de que se marche por la línea de fondo. O esas derrotas amargas que te llevas a la tumba.
En mi caso, como ya he escrito muchas veces, mi idilio con el fútbol se basa en una espina que desde hace años quiero arrancar. He intentado hacerlo de miles de maneras diferentes, y ahora camino de mis veinticinco, creo estar a las puertas del inicio del fin.
Ahora en la madurez de mi juventud, me considero un futbolista formado. En una forma física que me permite doblar a mis compañeros de equipo en diagonales y ejercicios de resistencia. Y con una visión del juego que debo a cierto entrenador que tuve que aún sin tener ficha de equipo me dejaba entrenar.
Una de las últimas veces que coincidí con aquel entrenador me sorprendió el cariño que guardaba a mi forma de jugar. En aquel entonces jugaba de lateral, pero como me dijo en aquella ocasión, mi compromiso era propio de un delantero. Que no fuera tonto y aprovechara esa rabia que me arde cuando juego, y que disfrute porque aún me queda fútbol.
Aquel recuerdo me ayuda en días como hoy. Donde en un entrenamiento duro y bajo cero las piernas no funcionan como deberían. En cada diagonal, en cada carrera o en esos quiebros que he aprendido a dominar, me acuerdo como bien decía aquel entrenador de eso a lo que usted llama fútbol.
Y es que creo que mis doloridas piernas van por buen camino. Un grupo de italianos me ha abierto las puertas del fútbol estonio, y después de la rabia e impotencia por no haber estado acertado hoy, me acuerdo de las cariñosas palabras de ese entrenador, y suspiro aliviado porque sé que la espina comienza a ceder.
Domingo 19 de febrero de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #556
