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551 - Para leer en mayo.

Ayer decía que dentro de ciertos límites mi entrenamiento está funcionando. Los cambios físicos son aparentes, y aunque ese nunca fuera el objetivo es bastante esperanzador ver que el cuerpo no se olvida de lo que un día fue.


Es cierto que aun me quedan duros meses para volver a ser capaz de terminar un partido de fútbol y salir a correr quince kilómetros para cansarme. Y puede que nunca vuelva a levantar con comodidad cien kilos de press de banca, pero estoy convencido que mi nueva forma de entrenar es más sostenible y agradecida a largo plazo.


Por poner un poco en contexto de dónde venía y a dónde voy, hacía hace nueve meses que no era capaz de diferenciar los músculos de mi antebrazo, y mucho menos ver las venas que recorren mis piernas. Son pequeñas consecuencias de volver a un porcentaje de grasa óptimo, y una vez más, no es el objetivo, pero ayuda a valorar visualmente el éxito del entrenamiento.


Ahora escribo esto sentado en mi oficina, son las cinco y pico de la tarde y apenas siento el tren superior a consecuencia del entrenamiento de hoy. Pero teniendo en cuenta que tengo el corazón revolucionado y que mañana no hay hueco el gimnasio, en menos de quince minutos volveré a entrenar.


Me gustaría entrenar con intensidad otra hora y media, y así cuando llegue a casa a eso de las ocho poder ducharme con agua helada e irme directo a mi cama de sábanas limpias.


Supongo que cuando relea esto allá por mayo cuando logre volver a estar en forma me reiré, y espero que pueda escribir que tenía razón en cambiar un entrenamiento perfecto por uno más sostenible y con algún defecto necesario.


Martes 14 de febrero de 2023

Tallin, Estonia

Recuerdo #551




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