Hace no mucho. decidí entrar en una madriguera de la que todo el mundo habla pero muy poca gente entiende. Es una de esas madrigueras que son despreciadas por todos menos por los conejos que la habitan. Una de esas que a menudo son destrozadas por los niños jugando al fútbol o por esos adultos aburridos dando un paseo.
Pues esa maltratada madriguera que me tiene fascinado ha logrado que mi saber llegue a un lugar del que estoy muy orgulloso, tanto que me voy a permitir el lujo de no proporcionar ningún contexto. Creo que tal vez así logré engañar a otros para que se asomen a este pozo sin fondo de curiosidad y tecnicismos.
Ahora en pleno cuerpo del recuerdo me pregunto cómo puedo explicar mi día sin hacer referencia a lo que realmente pasó. Pero la maravilla de estos recuerdos es que el fin último es que yo me acuerde, así que tampoco creo que pase mucho por no dar tanto detalle a los que puedan leer esto.
Imaginemos por un momento que me regalan un pequeño cofre. Cada pocas horas el cofre se abre y revela otro de menor tamaño. Al cabo de doce horas y varios cofres más tarde, resulta que en el interior hay una carta que se ríe del que haya perdido el tiempo con el cofre. Y justo cuando voy a tirar el cofre a la basura. esa pequeña carta se abre y da paso a una de las mayores sorpresas que se podían esperar de aquel cofre inicial.
Aunque suene algo caótico, ese montaña rusa de emociones es algo de lo me acordaré toda la vida, y tal vez algún día piense en estos primerizos recuerdos de esta madriguera como el principio de algo que me queda grande.
Jueves 2 de febrero de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #539
