Carlos Pinedo Texidor
538 - Un pequeño lujo.
Voy a ser sincero, no tengo ni idea de lo que pasó el miércoles. Escribo esto en la tarde del domingo y después de haber descuidado mi diario siento algo de vergüenza. Es la primera vez que se me acumulan tantos recuerdos, y no es por desgana, sino por falta de tiempo.
Es curioso que cuanto más me apetece escribir, menos tiempo encuentro para ello. Y es que ahora que he recuperado el deporte y eso de tener que cuidar de mi rincón costero de Kalamaja (el barrio donde vivo) me complica los ratitos que solía tener en Madrid.
Tal vez este recuerdo olvidadizo sea el medio a través del cual puedo permitirme el lujo de recordar aquellas noches madrileñas. Hace más o menos un año alternaba salidas nocturnas de la oficina con diversas posibles y otras tantas probables. Recuerdo con cariño aquel mes de febrero del año pasado. No sé muy bien qué hacía para seguir en pie. Me acostaba a las dos o tres de la mañana, me despertaba a las seis y media para ir al gimnasio y a las nueve a la oficina y a las nueve o diez a intentar dejarme seducir.
Fue un mes especialmente duro, y la única forma que tenía de desahogarme era mediante estos recuerdos. Ahora releyendo algunos me doy cuenta de que mi vida de despacho estaba condenada a la ruptura prematura. No era lo mío, y parece ser que mi decisión está siendo un gran acierto.
Pero volviendo a lo que me interesa, en Madrid escribía religiosamente a diario porque necesitaba esa vía de escape de mis infernales días. Y ahora en Tallin, mi día a día es tan agradable y especial que me permito el lujo de perderme en mis pensamientos sin la necesidad de escribir para olvidar lo que tengo en la cabeza.
Quiero escribir más que nunca, quiero terminar este segundo volumen de recuerdos, quiero publicar un relato y más que nada, quiero seguir pudiendo permitirme el lujo de perderme en mi día a día.
Miércoles 1 de febrero de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #538
