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  • Foto del escritorCarlos Pinedo Texidor

535 - Ahora sé jugar.

He llegado a casa con las espinillas destrozadas. Apenas siento los tobillos y es probable que mi querido esguince de clavícula vuelva a aparecer en mi vida. El partido de fútbol de hoy ha sido una verdadera batalla campal, y las cicatrices que me acompañaran desde hoy son un recordatorio de que no debo alejarme nunca más del verde.


Soy incapaz de explicar las emociones que recorren mi cuerpo en esta tercera semana de vuelta al verde. Soy feliz, el fútbol me hace feliz y juro hacer todo lo posible por colgar las botas lo más tarde posible. Si soy diligente creo que me quedan por lo menos cinco años de muy buen fútbol. Incluso algo más si termino de ser el perro viejo que siempre soñé ser.


Todo esto lo escribo después de varios partidos duros de roer. El portero neerlandés ha debido de sacar cuatro manos que no he visto en mi vida. Tampoco ha ayudado el poste con el que me he topado en la última jugada de partido. Un tiro desde mitad de campo que aún no sé de dónde he podido sacar las fuerzas para semejante misil. No he estado acertado, pero qué felicidad volver a jugar.


Pero insisto, no entiendo nada, ¿por qué juego mejor que antes? ¿Cómo es posible que gambetee y recorte? ¿Qué tipo de broma es esta?


Llevo tres jornadas de fútbol, con kilos de más y velocidad de menos, pero con una calidad ajena a mí. No sé qué le ha debido pasar a mi pie desde que acepté el tornillo de titanio que me acompañará toda la vida, pero sea lo que sea, no me toca más que celebrar que vuelvo a ponerme las botas.


Domingo 29 de enero de 2023

Tallin, Estonia

Recuerdo #535




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