Carlos Pinedo Texidor
519 - Cuando viva frente al mar.
Una de los muchos objetivos que tengo en esta vida es poder sentarme frente al mar en el ocaso de mis días. Reunir a mi alrededor a hijos y nietos y hablarles de aquellos maravillosos años que marcaron mi carácter. Quiero ganarme el derecho a poder ser escuchado, y sobre todo, el derecho a aconsejar. Quiero que cuando la señora Muerte llame a mi puerta pueda mirar a mi estantería y contemplar una vida llena de recuerdos, libros y una extensa familia.
Me gustaría ahora que lo pienso, que todo lo que haya vivido pueda ser compartido, y no porque crea que merece la pena hacerlo, sino porque a medida que han pasado los años me he olvidado de grandes anécdotas de mi abuelo, y muy menudo lamento no haber sabido más de él. Tal vez mis futuribles nietos agradezcan que haya dejado tras de mí algo más de veinte mil recuerdos.
Pero dejando de lado mis deseos y sueños cuando viva frente al mar, hoy me gustaría una vez más dejar por escrito la enorme fortuna que tengo de saber que los mejores años de mi vida han sido con un jovencísimo Carlos alejado de su ciudad, de su Atleti y viviendo una vida sustentada por la fortuna de sus decisiones.
Está mal que yo lo diga, pero a cinco meses de mis veinticinco, vivo un desarrollo personal y profesional vertiginoso. No sé a quién he debido de engañar ahí arriba, pero espero que no sé de cuenta del exceso de fortuna que ha depositado en mí. Todo me sale bien y hasta las espinas de mi adolescencia madrileña desaparecen en las enredaderas de mis textos.
Vivo una película, donde sin ser el protagonista tengo el foco encima. Y ya no es solo por días como el de hoy, donde una vez más he jugado al póker en el rincón oculto más secreto de Tallin, sino por todos los matices de los que soy consciente.
Cuando viva frente al mar me acordaré de noches como las de hoy. De grandísimos momentos en rincones únicos y llenos de matices que ojalá supiera transmitir.
Viernes 13 de enero de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #519
