Mi martes ha sido una locura de día. Caótico, largo y lleno de detalles que no sé muy bien cómo contar en el poco espacio que destino a estos recuerdos.
Sería injusto (y a la vez muy difícil) dejar de lado cierros aspectos de mi segundo día laboral. También creo que dedicar muchas líneas al haber dormido dos horas no es algo idílico. Por ello creo que voy a centrarme en lo que sentí en un día muy especial.
Es complejo transmitir la intensidad del día. Es una tarea que requiere escribir muy bien, y aún no he llegado a ese nivel. La intensidad a veces se malinterpreta con cantidades, cuando muchas veces, resulta ser todo lo contrario. La intensidad, y al menos la que yo concibo, suele caracterizarse por un solo elemento.
Es por ello, que cuando hoy hablo de intensidad no me refiero a haber hecho muchas cosas. Es más, han sido muy pocas. Pero sin duda, mi segundo día de curro ha sido uno que difícilmente olvidaré, y eso que tampoco he hecho tanto.
Tal vez mi excesiva sensibilidad al cambio y a lo novel me haga sobredimensionar un día marcado por la sensación de llevar trabajando en las oficinas de Suur-Patarei toda una vida. Pero aun siendo ese el caso, ha sido un día para recordar.
Martes 10 de enero de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #516
