El seis de enero es y será uno de los días más especiales del año. Una de esos días cargados de tradiciones que mantendré el día de mañana. Una infinidad de pequeños detalles que conforman lo que conocemos como el día de Reyes.
Es curioso, porque con el paso de los años, y en gran medida gracias a tener cubiertas todas mis necesidades, ya no me importa lo material. Lo único importante para mí es mantener viva una costumbre. Una tradición que considero única, al menos en mi casa. Y sin entrar en muchos detalles, creo que es buen momento para agradecer a mis padres la mano dura y el haberme educado en el respeto más absoluto por todo lo que rodea a éste día.
Pero en tal día no se mantienen únicamente las viejas tradiciones, también nacen nuevas. Desde mi estrenar zapas hasta el Catán posterior a los regalos. Y creo, que después de mi agua con gas con mi amiga Laura, voy a añadir una terraza a esa de las ocho.
No sé desde hace cuantos años conozco a Laura. Probablemente debíamos tener diez años, tal vez más, tal vez menos. Compartimos clase del colegio durante muchísimos años. Es cierto que durante un par de años nos separamos, por eso de la vorágine social madrileña, pero por una cosa u otra, ahora hablamos muy a menudo.
Somos radicalmente opuestos en muchos aspectos. Ella es más madrileña que una terraza con estufa y eso de alejarse de la cultura mesetaria no termina de convencerle. Tal vez ella siga viendo en Madrid algo que yo ahora no logro encontrar, y siendo sinceros me da mucha envidia.
Tal vez cuando el seis de enero del veinticuatro vuelva a respetar mis tradiciones, acuda otra vez con Laura a una terraza. Puede que para entonces ella por fin tenga novio y yo por fin haya logrado entender qué ve ella en la vida madrileña que tanto arraigo le hace sentir.
Viernes 6 de enero de 2023
Madrid, España
Recuerdo #512