Estoy muy contento, en estas últimas semanas todo sale cara. Más allá del pequeño inconveniente de haberme quedado sin trabajo está siendo un final de año que roza la perfección.
He recuperado mi pie, la cicatriz está perfecta y los puntos que no logré sacarme se han terminado de disolver. Como pequeño contratiempo estoy algo más gordo de lo habitual, pero haber vuelto a jugar al padel me está haciendo recuperar la esperanza.
Pues bien, a escasas semanas de empezar mi nuevo curro he tenido una idea maravillosa. Mi actual refugio de la calle Jakobi está a cuatro kilómetros de mis nuevas oficinas. Y teniendo en cuenta mi placer de ir andando he decidido buscar casa cerca de ella.
En poco menos de una hora he encontrado un piso en el mismo edificio que mi amigo Kaan. A ochos cientos metros de las nuevas oficinas y a menos de quinientos del parque al que solía ir en verano a patinar.
El piso es maravilloso, más barato, más cerca de Telleskivi y con los mismos metros. Voy a perder mi gran mesa de cenas, pero creo que sobreviviré con la mesa estilo barra de bar.
He hablado con el broker que lleva mi actual piso. Hemos acordado terminar prematuramente mi contrato de Jakobi y esta semana firmaré el de la calle Soo. Mi idea es dejar las cajas de la mudanza listas antes de mi vuelo a Madrid, para así mi vuelta a Tallin el día nueve de tener, tener todo listo para dormir esa primera noche en la calle Soo.
Estoy contento, nueva etapa y nueva casa. Y sé que gracias a este volumen de recuerdos podré acordarme eternamente de los grandísimos momentos en las cuatro paredes de la casa que me abrió las puertas de Tallin.
Miércoles 14 de diciembre de 2022
Tallin, Estonia
Recuerdo #489