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  • Foto del escritorCarlos Pinedo Texidor

470 - Un torneo de póker para seguir soñando.

Pocos juegos de cartas me generan tanta emoción como el póker. A mí, abogado que alguna vez soñó con ser matemático y quién desde hace dos años vive un romance secreto con los números. Y en ese sentido, el póker se ha convertido en una pequeña adicción que me recuerda la preciosidad de las probabilidades y como la suerte no es más que la función inversa de la probabilidad.


Es cuanto menos curioso que un joven como yo enamorado de las letras haya sucumbido a las proposiciones indecentes de las matemáticas. Y prueba de ello es como en estos últimos meses me he visto envuelto en pequeñas queries y contratos técnicos donde me he atrevido a discutir ratios y tiers. Tal vez, como le decía a mi jefe que considero amigo y mentor, haya una parte de mí que se considera adalid de la revolución, y el Derecho, al menos como lo entiendo yo, necesita una.


Pero dejando atrás mis habituales delirios de grandeza, hoy me toca hablar de mi torneo de póker, y de cómo, una actividad pensada (al menos en mi caso) para dejar atrás la tristeza de mi semana, se ha convertido en un punto de inflexión para seguir soñando.


No me considero buen jugar de póker, soy mejor mentiroso que jugador. Pero se me da muy bien leer a la gente, y después de varias rondas, unas grandísimas manos y otros tantos faroles, acabé jugando en la mesa final de ocho. En aquel momento, y con poco que ofrecer, peleé una última mano de farol que acabé perdiendo contra un compañera de curro que me siguió hasta el river por tener cinco veces más fichas que yo. Y delante de todo el mundo, mi rey-diez perdió contra su rey-as.


Perdí en la segunda mano de la final, de la forma más injusta posible, una jugadora bully que se quedó con mis tres mil doscientas veinticinco fichas, pero yo ya había ganado fuera de la mesa. Porque en la vida, al igual que en el póker hay que aceptar que como decía al principio, la suerte y la probabilidad no son más que caras de una misma moneda. Y yo, mal jugador de póker y gran jugador de la vida, sé que voy a lograr salir de Estonia con un full house, cueste lo que me cueste.


Viernes 25 de noviembre de 2022

Tallin, Estonia

Recuerdo #470



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