Carlos Pinedo Texidor
462 - Un póker en la oficina.
Una de las muchas ventajas de trabajar con gente que se mueve por pasión, es que después de currar, además de seguir pensando en cómo mejorar nuestro producto, hay muchas ganas de hacer cosas juntos.
En esa voluntad cuasi ceremoniosa de sacar adelante una start-up he encontrado una rara paz que creía imposible. Vivir al día y partido a partido es la única forma de no perder la cabeza, y días como el jueves ayudan a poner todo en contexto. Como por ejemplo, lo que supone acabar una jornada laboral a las cinco de la tarde, con la oscuridad báltica de protagonista, y suficiente gente en la oficina para jugar un par de veces al pimpón y organizar una timba de póker en la sala de reuniones.
Pero por supuesto, nada de lo anterior tendría sentido sin mencionar brevemente las diferencias entre las culturas laborales de Estonia y España. Aquí, el núcleo de todo es la vida familiar, y la conciliación está por encima de todo. Se confía en el individuo, y no pasa nada si se tiene que escapar al médico.
Mientras tanto, en mi querida España, todo es distinto. La vida laboral es el centro y la conciliación parece ser un mito que se usa para engañar a pobres treintañeros que quieren formar una familia. Por no hablar de la desconfianza propia del español, que asume que su compañero en realidad no tenía médico y se ha ido a jugar al golf.
Somos bobos, tenemos un clima único, y aún así, decidimos salir de la oficina a las nueve de la noche. Además vivimos en falsas conciliaciones laborales donde no hay más remedio que tomar algo con los del curro, porque claro, son las once y media de la noche de un miércoles, y tus amigos siguen pringando.
Ahora que me doy cuenta mi reflexión ha domado este recuerdo, y ante la falta de espacio no puedo más que añadir que el jueves acabé jugando al póker en la oficina, y después de un par de hora, en cuestión de dos manos perdí contra un póker de cuatros y una escalera de color.
Jueves 17 de noviembre de 2022
Tallin, Estonia
Recuerdo #462
