No sé cuándo fue la última vez que fui al centro de Tallin. Creo que las murallas me echaban de menos (y yo a ellas) y la promesa de unas almendras garrapiñadas me ha hecho salir de casa y junto a Mari-Liis ir a mi rincón favorito de la ciudad vieja.
En un principio quería haberme levantado pronto para salir a correr. Pero eso de no tener ropa de deporte invernal me está haciendo poner muchas excusas para no volver a correr. Hace algo menos de ochenta días que pase por chapa y pintura, y ni si quiera con varios kilos de más logro encontrar la motivación para salir a correr.
Pero más allá de una queja deportiva (y de constancia) creo que voy por buen camino. Nunca antes había sido tan consciente de lo que debo y no debo hacer. Pero hasta que no tenga algo más de ropa invernal prefiero consolarme con paseos dominicales como el de hoy.
No sé muy bien cuántos kilómetros hemos debido de andar. Sé que han sido varias horas y que hemos cruzado y circunvalado gran parte de la muralla, y aún estando contento por haber salido de casa, sé que no es suficiente.
Quiero volver a correr, y quiero volver a tener esa férrea e inalterable voluntad para hacerlo cuando y donde sea. Tal vez vuelva a leer a Watts y Taylor Coleridge, puede que vuelva a encontrar la paz y la disciplina que debí perder cuando me lesioné.
Domingo 13 de noviembre de 2022
Tallin, Estonia
Recuerdo #458
