Poner lavadoras, hacer camas y cerrar una casa. Todo tareas necesarias pero tremendamente molestas y que potencian esa sensación de vuelta a la realidad después de unas vacaciones.
Como todo viaje de vuelta desde mi Mallorca privada, no hay día en el que me suba a un avión con un cielo claro y un sol abrasador. Dejar la isla suele ir acompañado de una profunda tristeza, y al menos con mi mala suerte, rara vez la isla se despide con lluvia y nubes grises.
Pero bueno, más allá de la queja habitual y de la pereza que me da hablar de un día de tareas y un avión insufrible de Ryanair, merece la pena destacar las doce horas de atracón que vivimos Gordo y yo.
Y es que, como todo buen viaje de excesos gastronómicos, es de bien agradecido acabar con un festín de McDonald’s, porque todo el mundo sabe que mejor mejor manera que depurar los excesos con unis buenos nuggets.
Miércoles 2 de noviembre de 2022
Mallorca, España
Recuerdo #446
