Sigo pensando que el Mediterráneo existe para no ser conocido, y que la única forma para disfrutar de él pasa por una moralidad que cada vez menos entienden. Pero más allá de moralidades varias (que ya sé que me pongo muy pesado), hoy quiero hablar de las otras tantas Mallorcas que sigo descubriendo. Si hago memoria, me atrevería a decir que allá por el año diecisiete comencé a enamorarme de Llucmajor. Un municipio despreciado por el mallorquín y cuyo campo y costa me trasladan a otra época.
De su costa podría escribir decenas de páginas, y de su campo varios libros. Aun escribiendo cualquier detalle nos lograría hace justicia a esos infinitos acantilados o a esos verdes parajes que tornan rojizo cada mes de junio. Porque en Llucmajor además de poder ver otra Mallorca, suelo tener una inspiración única que me hace feliz. Sin querer irme una vez más por las ramas, vuelvo al día que me hace escribir este recuerdo y por no perder la costumbre de estos recuerdos quiero insistir en que muchas veces me siento a escribir, sin saber muy bien por dónde irán los tiros y con muchas ideas y poco espacio.
El sábado salimos en barco con un amigo de mis padres. Fuimos a los pies de esos acantilados de los que hablaba al principio. A no más de diez millas de Cabo Blanco decidimos fondear. El Dorado, como llaman a esa zona, está llena de maravillosas cuevas formadas por las rocas que se desprenden, y por primera vez en muchos años, no buceé tanto, ya que la sobremesa nos cautivó y sedujo con ginebra y vino.
Después de disfrutar de la costa cristalina de Llucmajor acudimos desde el Club de Mar a mi querido Santuario de Cura. El cuentakilómetros de mi Yaris marcaba algo más de ciento treinta, y el sol que quería esconderse, esperó a que llegásemos. En la cima de Randa, la que es para mí la frontera de Llucmajor con el resto de la isla, enseñé a mi amigo Gordo una de las miles de Mallorcas que conozco. Una expresión de moralidad mediterránea que entre marés, olivos e higueras chumbas me ayuda a convencer a aquellos que me acompañan de que Mallorca hay más de una.
Sábado 29 de octubre de 2022
Mallorca, España
Recuerdo #442
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