Carlos Pinedo Texidor
436 - Runners high.
Actualizado: 25 oct 2022
No sé muy bien en qué momento encontré en correr la felicidad que ahora me acompaña. Puede que aquel libro de McDougall llamado Born to run fuera el germen, pero si intento entender el porqué de mi obsesión no hallo respuesta.
Correr es sinónimo de libertad, un pequeño romance entre cuerpo y alma que a veces te obsequia con una liberación de hormonas que hacen a cualquiera perder la cabeza. Y aquí estoy yo, escribiendo este recuerdo con los escalofríos de un runners high que me llevaré a la tumba.
Para los ajenos a las dinámicas del correr, estoy hablando de un don divino. Una suerte de gracia caída del cielo que es distinta en cada persona, y en mi caso, me hace perder la cabeza.
Cuando uno corre, en ciertas ocasiones el cuerpo libera endorfinas, aunque parece ser (según he leído) que lo que se produce en una secreción de endocannabidoides, que afectan casi de la misma forma que el famoso tetrahidrocsnnabidol (lo comúnmente llamado THC).
Sin ser yo endocrino, y más allá de esas cosas para gente inteligente, yo solo sé que lograr alcanzar un runners high me hace sentir un placer único en esta vida. No hay nada igual de intenso, tranquilizador y psicodélico. Y en mi caso, después de años corriendo, lograba alcanzarlo a partir del kilómetro quince.
Poco menos de dos meses después de mi operación he salido a correr por segunda vez. Y en el kilómetro cuatro he sentido el runners high más intenso de mi vida. He entrado en trance, y en mi gracia divina he logrado correr sin sentir cansancio hasta el kilómetro doce.
Por primera vez en este último año he corrido y he vuelto a sentir eso que tanto busco y tan pocas veces encuentro. He vuelto a correr y me he sentido más vivo que nunca. Hoy, último domingo de octubre del veintidós, he recordado lo que era sentirse libre.
Domingo 23 de octubre de 2022
Madrid, España
Recuerdo #436