Carlos Pinedo Texidor
418 - Una parka.
Sigo tratando de entender lo diferente que es el mes de septiembre en Tallin. Si me imagino fuera del Báltico, es probable que ahora estuviera en Madrid preparando alguna escapada en el puente de octubre. Probablemente habría subido al Peñalara un par de veces, y dudo mucho que hubiera usado un abrigo.
Aquí en Tallin llevo cuatro capas, he tenido que comprarme un abrigo de los que serían inservibles en Madrid, y por supuesto, he tenido que comprarme una manta para la cama. Dudo mucho que use la calefacción, y por mucho que tenga la casa a dieciocho grados, miedo me da pensar en la factura de suministros si en pleno verano ya rozo los ciento cincuenta euros.
Quejas aparte, creo que nunca había escogido un abrigo basado en otro factor que no fuera estilo. Sin embargo, después de algo más de un mes de foros, vídeos y artículos, puedo asegurar que cuando uno vive cerca del Ártico, todo importa, desde la densidad del relleno y el gramaje hasta el tipo de polímero usado para impermeabilizar.
Entre tantas opciones uno puede acabar enterrado en información inútil que tampoco sirve de mucho, pero también puede acabar descubriendo pequeñas joyas que pueden salvar la cartera. Por ejemplo, he descubierto que Arc’teryx está llevando a cabo una reedición de toda su línea. Parece ser que han sucumbido al streetwear y, sus nuevas parkas además de prohibitivas, me hacen dudar.
Pues bien, entre montañas (digitales) de información acabé con dos marcas bien diferenciadas, Fjallräven y Patagonia. Me decanté por la primera, pero parece ser que no tienen reservas de producto, y con un frío cada vez más afilado, tuve que elegir la segunda.
El miércoles me llegó mi primera parka de Patagonia, y por primera vez en mi vida, puedo defender que el gramaje, las costuras e incluso la tela usada importan, tanto es así, que esa combinación hace de la lone mountain parka la mejor opción del mercado.
Miércoles 5 de octubre de 2022
Tallin, Estonia
Recuerdo #418