371 - Un buen mentor.

Creo que uno de los grandes problemas del mundo moderno es la pérdida de la figura del mentor o del maestro. Se ha perdido ese tutelado del joven que empieza su andadura laboral, y rara vez el superior ve en el inferior un deber de guiar y enseñar.

Tal vez mi concepción de la situación actual sea algo pesimista, pero es que por mucho que haga el esfuerzo de encontrar algún símil con esas relaciones entre maestro y aprendiz de la Europa renacentista, no encuentro nada. Creo que gran parte de la culpa la tiene la actual vuelta a esa idea tan peculiar de que la individualidad está por encima de la colectividad. Pocos artistas crean por y para el arte, incluido yo, que alimento mi ego con cada párrafo que escribo. Ya no existe ese deber para con la trascendencia del arte, y lo único que importa es lograr la fama en vida.

Más allá de mis habituales divagaciones me gustaría escribir sobre mi día de ayer. Ahora estoy sentando en la mesa de mi casa, con un café con hielo a mi derecha y una montaña de papeles a mi izquierda. Y es que ayer esos papeles deberían haber sido aceptados y entregados, pero un requisito que no aparece en ningún lado me hizo volver a la oficina con ellos.

Ayer fue un día increíblemente frustrante, pocas veces he sentido ese vacío a raíz de un error, y en el paseo de veinte minutos de vuelta al curro solo podía pensar que había fallado a mi mentor. Y es que tengo mucha suerte, tras la salida de mi amigo y jefe directo, ahora estoy bajo el protectorado y cuidado del que fuera su mentor. Y además de ser un genio es un tío cojonudo.

Me trata con más respeto del que me he ganado, la confianza depositada en mí es mucho más de la merecida, y aún así, su única preocupación es que no me pierda por el camino. Pocas veces he visto tanta preocupación por el largo plazo, y es que a mi mentor lo único que le importa es que no me queme en estos meses de tanta presión.

Viernes 19 de agosto de 2022

Tallin, Estonia

Recuerdo #371