370 - Mi primer NFT.

Siempre me he considerado bastante friki, es algo que vivo en las mejores facetas de mi vida y también en las peores. No sé muy bien de dónde vendrá esa extraña curiosidad por lo excéntrico y extravagante que me acompaña en mi amor por cualquier tipo de arte, donde incluyo el diseño y la tecnología.

Pero bueno, más allá de las posibles derivadas del origen de mi amor por lo anómalo, es importante recalcar cómo el concepto friki ha ido abarcando decenas de matices, y a día de hoy, existe cierto consenso en torno a su significado como aquella persona con un cierto interés por un tema que no suele ser vox populi. En mi caso, son varios los temas que me atraen que considera fuera de la voz popular, creo que el más claro ejemplo son los cómics de Dragon Ball. Otra mención a destacar y la que me lleva a escribir este recuerdo, son los Non-Fungible Tokens, o NFT.

Es cierto que hay una grandísima popularidad en torno a los NFT, pero mi interés por ellos radica en las utilidades que estos pueden tener. No veo nada interesante en especular con un simio humanizado con gafa y sombrero, pero sí que me interesa pensar cómo el mero hecho de poseer (o hodlear) uno de ellos te permite acceder a ciertos lugares. Algo no muy distinto a tener una tarjeta que te permite entrar en un gimnasio o al Metropolitano cada domingo.

Pues bien, hoy en el curro, en medio de una semana caótica y frustrante, en plena discusión por Slack sobre una reciente reunión, me he dado cuenta de que cuatro de los seis del grupo tenían un pequeño pirata como foto de perfil. Como buen mediterráneo pícaro y con ganas de explorar no he podido decir otra cosa que no fuera sí.  En poco tiempo me han hecho un rito de iniciación y en menos de veinte minutos tenía creada una Phantom Wallet de Solana y dentro de ella mi primer NFT, un DeFi Pirate número 9692, que representa a la perfección mis ganas de explorar un océano friki del que tengo mucho que aprender.

Jueves 18 de agosto de 2022

Tallin, Estonia

Recuerdo #370