Carlos Pinedo Texidor
361 - Una playa cerca de casa.
Siempre he dudado de si prefería vivir en una ciudad con río o con playa. Alguna que otra vez he escrito en estos recuerdos lo mucho que me gustaría poder salir de trabajar y acabar con mis amigos a orillas de un río. Y es que Madrid no tiene un río como tal, si eso mi querida Castellana, y por mucho que el Manzanares cada vez me llame más, no está a la altura de esas historias a orillas del Tíber o del Sena que me producen tantos celos.
En estos meses en el Báltico he empezado a disfrutar de muchos aspectos de la conciliación laboral, y con ello, empiezo a tener la información necesaria para responder a la duda que abre este recuerdo. Tallin es una grandísima ciudad, no es famosa por sus riachuelos, tampoco por sus playas, pero tiene ambas y otras tantas cosas que aún no conozco. Y en esas infinitas opciones que empiezo a disfrutar, surje el recuerdo de ayer.
Continuando con mi semana pasada, todo sigue siendo igual de caótico. Las infinitas tareas me rodean, y aunque logre vivir con cierta tranqulidad, la realidad es que poco a poco empiezo a sentir algo más de estrés.. Y aún estando enterrado en un montaña de quehaceres, sigo dejando de trabajar por lo genertal no más tarde de las seis, y es que los estonios valoran la eficiencia, y dedicar más horas por estar cansado, es absurdo.
Ayer, en pleno pico de tareas laborales me escapé a las cinco para ir a la playa con mi hermano. Paseamos por Pirita, alejándonos de mi querida calle Rävala, y con cada paso, un pensamiento laboral menos. Y ahora cuando escribo esto, lo hago con todas las tareas practicamente controladas. Tareas que dudo mucho hubiera logrado hacer mejor si ayer hubiera currado hasta las doce de la noche.
Sigo sin saber si prefería una ciudad con playa o con río, pero lo que sí que tengo claro es que de nada sirve lo uno o lo otro, si uno está condenado a calentar silla y no conciliar su vida fuera de las paredes laborales.
Martes 9 de agosto de 2022
Tallin
Recuerdos con contexto 361