Trabajar en una startup tiene muchísimas ventajas, entre ellas la forma de ver la vida y el trabajo que la acompaña. Es cierto que yo en esto del mundo laboral no sé nada, y por mucho que me guste sentar cátedra sobre lo inhumano del horario laboral español, no tengo ni idea.
Más allá de mi falta de criterio, sí que creo que puedo opinar de manera tajante sobre lo que estoy viviendo. El día a día de una startup se basa en sobrevivir. Solucionar todos aquellos problemas que vengan a tu mesa, y en la medida de lo posible pasarlo bien. Las expectativas son muy altas, y la atención al detalle es máxima. Y aún con todo esto, y la dificultad de la incertidumbre, la cantidad deja paso a la calidad.
Estamos en una de las semanas más decisivas para el futuro de Change. Y aún siendo imprescindible estar al cien por cien, ayer miércoles, en un momento dado acabamos preparando cócteles en la cocina a las cinco de la tarde. La filosofía de la confianza plena es algo que permite desconectar y dejar atrás lo laboral. Si uno está con una copa en la mano es porque su trabajo está hecho, nadie duda de nadie, y menos aún cuando se brinda por el futuro de nuestra pequeña gran startup.
Ayer miércoles acabé brindando en la cocina de mi oficina. A varios miles de kilómetros de casa y con el calendario marcando dos meses de mi llegada. Tengo la sensación de llevar aquí toda una vida. He logrado hacerme un hueco en el día a día de muchos de mi curro. Y por fin disfruto de lo que supone ser un abogado. Solucionar problemas que podrían haberse evitado desde un único.
Miércoles 27 de julio de 2022
Tallin
Recuerdos con contexto 348
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