Desde hace varios meses soy defensor de la importancia de consumir al menos una hamburguesa a la semana. Funciona como elemento de recuperación mental y nutricional y ayuda a ser un adulto sano y eficiente.
Las hamburguesas tienen todo lo que se puede pedir a un plato de comida. Carne jugosa, queso en abundancia, pan y con suerte cebolla y pepinillos. No acepto debate con los pepinillos, y más aún de gente que defiende las pasas en las ensaladas. Y lo mejor de las hamburguesas es que se comen con las manos.
Además de mi gran afición por las hamburguesas creo que hay pocas sensaciones mejores que las de un domingo de deporte asegurado. Y ayer fui feliz con la final de Wimbledon y un Gran Premio de Fórmula 1.
Un paseo mañanero me llevó a callejear por Ülemiste y y perderme en los jardines arbolados. Entre tanto silencio un constante rugido me recordaba que mi ayuno debía acabar, y con el porvenir de una tarde de deportes y lluvia no me quedó otra que ir a por un par de hamburguesas.
En Keskturg, el mercado de debajo de mi casa hay un puesto de hamburguesas a cinco euros, y entre el aviso de lluvia, mi tarde de deportes y un par de llamadas pendientes no pude resistirme a la mejor hamburguesa que he probado en lo que va de año.
Domingo 10 de julio de 2022
Tallin
Recuerdos con contexto 331