Carlos Pinedo Texidor
301 - Picaresca y paciencia.
Son las dos de la tarde del domingo, con cierta resaca me dispongo a escribir el recuerdo del viernes y del sábado. Tal vez haya perdido la inmediatez y los detalles de ambos días, pero es hasta poético dadás las lagunas que tengo de ambas noches.
Es cierto que cuando dejo para otro día escribir el recuerdo acabo hilando detalles de los días siguientes. Aunque puede que en un futuro cuando vuelva a leer estas páginas agradezca mi sinceridad al reconocer que he dejado el recuerdo para otro día por pereza.
El viernes fue una día muy raro, alterné reuniones y cervezas en horario laboral, algo que sin duda contribuyó a que mis lagunas empezaran a las once de la noche. Parece ser que los estonios son grandes defensores de lo casual e informal, y más aún cuando mi oficina tiene una terraza con sofás y neveras llenas de cerveza.
Más allá de lo poco que me apetece escribir este recuerdo, creo que con perspectiva podría haberme ahorrado muchas cosas de aquella noche. Los cócteles por muy baratos que sean en Tallin, siguen siendo igual de peligrosos que en Madrid. El whiskey sour me volvió a seducir, y con unos cuatro o cinco vasos vacíos a mi derecha empecé a regatear con el camarero egipcio, algo completamente innecesario e inútil.
Aquel bar escondido entre murallas me robó bastantes recuerdos, pero sigo siendo dueño de otros tantos. Mis conversaciones con azerbaiyanos, griegos, estonios y algún ruso me hicieron entender lo complicado que es transmitir a los ajenos al mediterráneo la idea de la picaresca española. Fue tan absurdo e inútil mi esfuerzo que tuve que poner todo mi empeño en demostrarles que un español siempre se sale con la suya.
No recuerdo muy bien cuanto tiempo tardé, por lo menos escuché dos canciones de los Bee Gees, y fue entonces, al ritmo de Rasputín de Boney M cuando logré que aquel camarero egipcio me vendiera a escondidas una botella de vino tinto.
Salí de aquel bar victorioso y alegre por haberles demostrado a aquellos europeos que con labia y paciencia cualquier camarero puede saltarse la ley y venderte una botella a las tres de la mañana.
Viernes 10 junio de 2022
Tallin
Recuerdos con contexto 301