Tallin es una ciudad peculiar, no es excesivamente extensa, pero si que tiene cientos de recovecos por donde perderse. Es cierto que esto lo digo sin haber conocido gran parte de la ciudad, pero de momento por lo que conozco, puedo asegurar que Tallin es un gran parque entre murallas, ríos y costa báltica.
Mi día de ayer fue todo lo que puedes esperar de un segundo día de turista anonadado por la cantidad de estímulos en su ciudad nueva. Creo que nunca había callejeado entre tanto mercado y parque, y puede que en Madrid nunca lo haya hecho.
Por otro lado tengo suerte, mi casa está a no más de diez minutos andando de mi oficina. La distancia suficiente para atravesar un mercado y un par de calles principales. De mi oficina al centro histórico de la ciudad no tengo más que cinco minutos de paseo atravesando uno de los parques más bonitos de Tallin. Y gracias a esas maravillosas distancias puedo callejear sin miedo a perderme.
Siendo sinceros, hay cierta visión de recién llegado en este recuerdo. Ahora mismo vislumbro Tallin como un oasis entre murallas en el que puedo ser feliz, pero a al igual que me ha pasado con Madrid, puedo acabar muy quemado de una ciudad que sobre el papel lo tiene todo.
No sé muy bien cómo hablaré de Tallin en unos meses, pero hasta entonces, seguiré pensando en esa ciudad que entre murallas te invita a perderte.
Viernes 3 junio de 2022
Tallin
Recuerdos con contexto 294
