Carlos Pinedo Texidor
261 - Olavide y sus mesas.
Madrid en primavera da lugar a lo improvisado. A las llamadas tardías con planes instantáneos. Se acabaron aquellos cocinados a fuego lento del invierno madrileño. Ha llegado mayo, y con él los planes a las seis de la tarde que acaban juntando mesas en una terraza de Olavide a las dos de la mañana.
El mes de mayo invita a salir de casa, a buscar una mesa donde hacerse fuerte y entre el vaivén de copas y amigos disfrutar de unas tardes que no atardecen. Porque Madrid, además de ser castiza (y rojiblanca) es una suma de todo tipo de personas. Y si uno da una vuelta al ruedo en el que se convierte Olavide, podrá comprobar que no tiene mucho que envidiar a la feria de Sevilla o al pintxo pote vascuence.
A mí me han sacado de casa con una llamada, Mena y Blanca me han rescatado de la ausencia de mis amigos golfistas (y golfos). Casilda y Juls no han dudado en animarse. Y ahí estaba yo, rodeado de mis amigas siendo envidiado por cualquiera que pasara por nuestra mesa. No tardamos en tener incorporaciones, e incluso una responsable y estudiantil Pati sucumbió a los encantos de una mesa que ya sumaba más de diez personas.
Y como tantísimas otras veces las conversaciones tonteaban con la bebida y el debate. Los amores en la distancia eran más nostálgicos. Y los desamores madrileños tampoco eran para tanto.
En la plaza de Olavide no necesitas mucho más que una mesa y buena compañía. Y tanto lo primero como lo segundo tiene solución. Por lo que no hay excusa para no disfrutar de todas esos madrileños adoptados o de nacimiento que tan sutilmente te seducen al pasar por una terraza primaveral.
Domingo 1 de mayo de 2022
Madrid
Recuerdos con contexto 261