Carlos Pinedo Texidor
254 - Un paseo nocturno.
Son las once de la noche de un domingo de siesta y deporte televisivo. Matizo los anterior porque sigo con el pie destrozado. Mañana toca volver al médico a decidir qué hacer con lo que me impide prepararme el que sería mi segundo medio IronMan.
Me he levantado tarde (a eso de las doce) y aunque el maravilloso aperitivo con mi familia me haya seducido con la sobremesa, la F1 y el tenis me llamaban. De lo primero mejor no hablamos, y de lo segundo solo cabe alabar los cojones de Alcaraz que han logrado retrasar mi siesta.
Mis siestas son como las de Dalí, breves e intensas. Pero envidio a las de Cela por lo que cojo prestada su duración y alterno inocentes siestecillas con babas y ronquidos.
Ahora es cuando llega lo complicado de mi tarea diaria, intentar enlazar mis vivencias mañaneras con un mensaje recibido a última hora. Y puede que ese mensaje haya sido la excusa perfecta para salir a despejarme. Porque después de toda la tarde durmiendo, la noche se cree mañana y el pobre joven que ahora escribe no puede dormir.
Mi cabeza suele olvidar determinadas comportamientos si proceden de personas a las que quiero. El Perdón (en mayúscula católica) es una virtud que dudo mucho consiga llegar a entender, pero en ese olvidar sincero hay cabezas (como la mía) que a veces no quieren hacerlo.
Los mensajes nos han arrebatado la respuesta reposada y envejecida en barricas de sábanas y sueños. Y aún con esa inmediatez venenosa hay veces que puedo contenerme. Por eso estoy aquí, sentando delante del Cubo de la Constitución, alternando recuerdos de mis romances en estos jardines y la impaciencia por querer enviar una respuesta que puede esperar a un café.
Domingo 24 abril de 2022
Madrid
Recuerdos con contexto 254