Todo aquel de cultura mediterránea (que no aquellos cercanos al mar) han crecido en torno a una mesa. Desde pequeños todo se articula con comida y bebida, entre conversaciones y broncas, y dejadme que os diga que somos muy afortunados.
Me hace muy feliz nuestra cultura de cerveza, vino y café, la de los cotilleos y sobremesas. Esa que tan difícilmente se encuentra al otro lado de Pirineos, salvo que haya un grupo de mediterráneos en algún lugar lejano.
Hoy habíamos quedado a ver la F1, esperando ver la victoria de algún mediterráneo en la carrera sprint. La tarde era de esas que todo niño sueña, F1, tenis y fútbol. Pero como todos los grandes días de este diario nada salió como pensaba.
No había ni salido de casa y ya sabía que Galvas había encontrada y sumado a la mesa los fichajes de su hermana, Mena y Blanca. Amigos y amigas se unían con cervezas y anécdotas y poco más de una hora después ya estábamos sentados más de diez.
Boli recordaba a Gordo (y su resaca) las copas que se bebió ayer. Pati intentaba explicar que ella se tomaba una copa y volvía a estudiar. Y el resto escuchábamos mientras caíamos presos de unas hamburguesas de Alfredos que rozan el pecado.
Nos habíamos sentado a las dos y ya eran las ocho. Allí sentados en una terraza bajo la lluvia huimos del tiempo. Ya éramos quince bastante animados, por lo que muy acertadamente trasladamos nuestra mediterránea mesa a otro lado, aunque eso es otra historia.
Mucho me dejo fuera del recuerdo, pero es que en torno a una mesa se habla y siente mucho más de lo que aquí cabe.
Sábado 23 abril de 2022
Madrid
Recuerdos con contexto 253
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