Creo que con este recuerdo desperdicio la oportunidad de compartir esta genial idea en un texto algo más elaborado. Por una vez voy a hacer de la inmediatez una virtud, en lugar de acumular cientos de notas de ideas y posibles textos, he decidido dejar de lado mi aventura de mensajería de hoy para en la medida de lo posible, acordarme siempre de esta idea.
Si uno escucha asiduamente a Extremoduro, Robe, Calamaro y The Smiths puede “envejecer cien años más de tanto andar”. La alegría, tristeza y nostalgia de cada uno de ellos logran en quien los escucha una constante sensibilidad por y para la trascendencia de la vida, porque al final “dos ilusiones se irán a volar, y otras dos han venido”.
Y todo esto no deja de nacer en ese defecto (y virtud) tan humano y que tanto aprecio. El buscar patrones en todo cuanto nos afecta. Porque Manchester, Plasencia y Buenos Aires tienen poco en común, pero si uno indaga lo suficiente en cada una de sus letras, todos hablan de esa luz.
Robe con su tan querido “nada después de tu mirada, nada después este instante de luz” no deja de responder a Calamaro con su “que brille el sol en el cielo, que brille el cielo en el río, y la luz en tu ventana, a donde estamos dormidos”. Con esos versos uno cree haber encontrado todo, hasta que vuelve a escuchar a los ingleses al ritmo de “there is a light that never goes out” y termina sonriendo al ritmo de britpop, porque sabe que aquello que buscaba siempre estuvo ahí.
Pues bien, con esto en mente, imaginadme saliendo del gimnasio, bajando Abascal en moto con un AirPod escondido dentro del casco, y en ese último destello de Marañon esquina Castellana aparece Guitarrica con un rasgado y profundo “Quien encendió la luz, quien encendió la luz. Antes estaba cieguito ya solo sueño con que vuelvas tú”.
Y no sé muy bien que tendrá que ver todo, pero sé que si me sentase con todos y les explicase lo que para mí es la luz, como mínimo me llevaría un par de acordes y la sonrisa más argentina.
Lunes 28 de marzo de 2022
Madrid
Recuerdos con contexto 227
