Este párrafo lo escribo habiendo terminado el recuerdo, y aunque me salte mis propias reglas me gustaría explicar lo complejo del término usado. El frío es una sensación que difícilmente puede explicarse, y resulta ser muy diferente entre personas, a lo que hay que añadir los matices del frío en cada lugar. Por eso puede que lo que os cuento solo me pase a mi, pero como mi es mi blog y mi recuerdo, os pido que os pongáis en mi lugar.
En Mallorca hay un frío distinto que poco tiene que ver con el de Madrid. Es un frío húmedo, de los que te abrazan por dentro.
Es de esos fríos que no puedes remediar, da igual las capas de tela que lleves, siempre acaba encontrándote y saludándote con un escalofrío que no se olvida.
Puede que Mallorca, además de ser una isla paradisíaca, tenga un clima y tiempo únicos en el mundo. Y es que en ninguna de mis salidas de la urbe madrileña he encontrado nada similar a la burbuja climática que veo (y siento aquí).
El frío mallorquín es único, y eso hace que cada vez que vengo no termine de saber qué ropa traer. Ni si quiera el tan aplaudido fachaleco (y su versión fachaqueta) han logrado evitar que el frío me abrace.
Puede que aquí haya un nicho de mercado, telas por y para gente que como yo quiere viajar con poco y librarse del frío mallorquín.
Jueves 10 de marzo de 2022
Palma de Mallorca
Recuerdos con contexto 209
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