Carlos Pinedo Texidor
194 - Vuela Atleti.
Muchos creen que exagero cuando digo que no puedo dormir por un partido de fútbol. Puede que haya un poco de relato y cuento para hacer más agradable cualquier anécdota, pero le esencia es la misma. Cada vez que tengo un partido soy incapaz de dormir. Me paso horas pensando en posibles situaciones en las que logre el reconocimiento que durante muchos años me faltó en el césped.
Mis amigos más cercanos saben muy bien mi historia con el fútbol, esa constante lucha entre obsesión y locura que hasta hace varios meses rozaba la perfección. Y es que hasta hace tres meses nunca había tenido una lesión muscular grave. Pero bueno, volvamos a lo esencial, aunque esta vez sea más bien un recuerdo con ínfulas de reflexión.
Creo que mi obsesión por jugar al fútbol desde tan pequeño ha contribuido enormemente a mi locura colchonera. Y aunque poca gente lo sepa, no fue hasta que murió mi abuelo cuando dejé de celebrar goles en la cuadra merengue, empezando ahí un idilio con algo que no era fútbol.
Porque realmente a mi nunca me gustó el fútbol, era (y soy) un yonki de los nervios y ganas de jugar, un niño que disfrutaba del dolor de la derrota y entraba en trance con la dulce victoria.
Hoy ha jugado el Atleti, y cada día que lo hace disfruto más de esos vueltos altos que enamoraron a mi abuelo. A mi no me gusta el fútbol, a mi me enamora lo mucho que destroza mi cabeza con cada balón que no entra, con cada grito de la grada, y aunque hace mucho que no lo haga, con cada pelota que toco.
El fútbol y yo tenemos una relación tóxica, y en esas continuas peleas, el Atleti me mata y me da la vida.
Miércoles 23 de febrero de 2022
Madrid
Recuerdos con contexto 194