Cuentan que el diablo
más longevo que su epitafio
corría por las calles
de los bares de su barrio.
Dejaba por los lados
a las mujeres y sus labios
quería ser longevo
y ganar todos los años.
Decían los del patio
que aquel ser odioso
corría por los campos
susurrando ser amado
quería ser más joven
y un guaperas enamorado.
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