Escribo esto varias horas después de haber imitado a Jesús Gil en aquel jacuzzi marbellí. Con Casilda a un lado, y Maca al otro me sentía parte de una escena que de haber sido fotografiada merecería ser enmarcada.
Las termas debieron ser en otra época un lugar increíblemente interesante. Un lugar que debió rozar lo místico con cada cotilleo y lío romano. Siendo sinceros, esta visión romántica y nostálgica es más un recurso que me permite recordar mi tarde con Maca y Casilda, pero cuya esencia comparto. Hablar en remojo es algo muy especial.
Maca y Casilda, además de ser muy buenas amigas, son muy guapas, eso ayuda a que no haya día en el que no reciban todo tipo de propuestas más o menos indecentes por parte de los sexagenarios que nos acompañan en el remojo. En ese contexto transcurrió nuestra conversación, una especie de oda a la juventud que algún día perderemos, teniendo muy presente la dureza de una verdad que ni los romanos supieron gestionar, la belleza es aún más efímera que la juventud.
A los tres nos hubiera gustado pasear por las calles de piedra y adoquín de una Roma próspera. Con telas y túnicas como vestimenta, y ajenos al peso del móvil. Probablemente habríamos disfrutado (al igual que ya lo hacemos) de nuestros desvaríos en remojo, incluso puede que nos hubiéramos enamorado en alguna colina a orillas del Tíber.
Pero como nunca lo sabremos, solo nos queda seguir disfrutando de nuestra belleza y juventud, acudiendo al remojo y las historias de un tiempo que nunca viviremos.
Viernes 21 de enero de 2022
Madrid
Recuerdos con contexto 161
