Juan a mi izquierda con dos copas
a mi derecha se mueve el vodka
a lo lejos se pelean dos camareras
y Francesco con vino a mi izquierda.
Se mueven las mesas con perros y presas
bailan los gatos sin ser persas
beben mis amigos sin prisa ni ausencia
se enciende un cigarro el joven y bestia.
Reclama un tal Álvaro el vino de mesa
pelean los faunos por besos sin fuerza
se apagan las velas del cruce de ropas
funciona sin fuego el mechero del puerta.
He dado muchas vueltas a esta última poesía, ya van doscientos poemas y aún no sé de lírica. Me planteo si es lo mío, las rimas sin salida ya van miles de versos y aún no se improvisan. Son historias
Cuando era más joven, por no decir pequeño un músico maño, me enseñó el fuego, me dijo, “oye Lazarillo, tú tan cafetero, prueba esto, dame dos de limón, camarero” Probé aquella pócima, como si fuera v
En el libro anterior, sentía vértigo, me daba pavor llegar al final, no quería poner puntos sin más. Ahora que escribo, con algo más de estilo, que al menos entiendo las rimas que digo, me parece curi
