No sé qué habría sido de mi vida sin Calamaro, muy probablemente mis poesías no tendrían tanto ritmo, mi cabeza no sería tan sensible y mi día a día sería algo más triste.
En esa realidad en la que no me gusta imaginarme, todo mi alrededor está lleno de mentiras, o mejor dicho, de verdades afiladas. Siendo sinceros, no es algo del todo ajeno a mi actual situación, con la única diferencia que esas verdades afiladas en mi vida sin el Salmón son propias.
Hoy he tomado suficiente café como para mantener despierto a un equipo de auditoria, y aún con ello, soy capaz de irme a dormir con un claro favorito, el último.
He estado muy acompañado por Don Andrés, y no podría ser más indicativo de mi buen domingo el álbum de “Cargar la suerte”, gracias al que además de esta pequeña reflexión, he podido discutir sobre el cielo de Madrid.
Al final Calamaro tiene razón, y no es algo nuevo, por eso pienso en varios amigos, e incluso en el Carlitos del año 4 a.C (antes de Calamaro). A ellos, y en especial a un amigo que hace tiempo que no aparece, les regalo estas letras del Salmón.
Atrapado por verdades afiladas
Que me van a lastimar de todos modos
Despedirse de una carta tiene eso
No es lo mismo despedirse con un beso
Voy a olvidarte en cuanto pueda
Si no existo a tu lado, ya no existo
Hemos visto muchas cosas en la vida
Lo prohibido se permite mucho juego
Domingo 9 de enero de 2022
Madrid
Recuerdos con contexto 149