Madrid, y en general toda ciudad grande, tiene una ventaja frente a ciudades de menor tamaño. Existen miles de estímulos culturales y didácticos que bombardean la cabeza de los que ahí viven. Incluso sin ser un asiduo visitante de exposiciones, por el mero hecho de vivir en una ciudad con tanta vida cultural, uno acaba adquiriendo ciertas perspectivas que en cualquier otro lado sería más difícil.
Para mí, esto supone la mayor diferencia y privilegio de los madrileños, sin importar credo o raza, creo que se configura como la mayor desigualdad de un niño madrileño con cualquier otro niño de una población pequeña. Algo que muchísimas veces queda olvidado, sin esos estímulos un niño puede quedar relegado al sufrimiento de una falta de curiosidad, y son precisamente esos estímulos los que hacen del joven madrileño un inconsciente afortunado.
La exposición de Kubrick merece la pena, incluso sin ser experto en cine se puede pasar un gran rato. Lo fundamental es entretener a la cabeza, y lograr que no decaiga en una ciudad cuyos estímulos son un privilegio.
Madrid sin sus estímulos no es nada, y nosotros sin escuchar a Madrid unos desagradecidos.
Viernes 7 de enero de 2022
Madrid
Recuerdos con contexto 147
