Cada mañana, entre cigarros
bajaba del catorce, autobús urbano
acudía hacia Enro, todos esperando
tostadas con tomate, a las ocho y cuatro.
Era rutina mañanera, desde cuarto
bajaba como una fiera, con el iPhone
cruzaba las dos aceras, Ramón mirando
entraba a barra puesta, pan calentado.
Poco se movía, a mi lado
a veces una niña, por tabaco
otras tantas un obrero, orujo en mano
y profesores del Recuerdo, desde y cuarto.
Un día que llegaba tarde, por un resguardo
entré corriendo, café helado
se enfrió por tanto tiempo, Félix enfadado
le pedí un par de hielos, era marzo.
Empezó ahí, el café con canto
sólo doble con hielo, suena a falso
de septiembre a junio, sin reparo
crecía mi cuenta, Ramón contando.
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