Ángel Correa murió antes de fichar por el Atleti para volver a renacer aquel diciembre de 2014 con nuevo corazón y nueva camiseta. Sus inicios no fueron del todo buenos, había pitos, incluso el que ahora escribe esto prefería a Gaitan o Vietto.
No fue hasta bien entrada la temporada 2017/18 cuando por fin me enamoré del rosarino. Mis habituales suspiros habían cambiado por continuos amagos con cada objeción de los de mi sector. Ángel había llegado para quedarse, y ni siquiera un billete rumbo a Milán logró dejarlo fuera del equipo.
Hoy el Atleti ha ganado después de una primera vuelta aburrida y triste. Faltaba chispa y gambeteos, y ha tenido que volver a ser Correa, en silencio como siempre, el que ha devuelto la alegría a una grada que sino fuera por el Frente llevaría varios meses callada.
A toda persona que le guste el fútbol, el de los niños en la calle, el de las porterías de zapatos y farolas, en resumen, el fútbol de verdad, tiene que ser un enamorado de Ángel. Porque lo difícil parece fácil, y cuando juega el diez del Atleti, todos los conversos sonreímos, porque no hay nada mejor que saber que estabas equivocado.
Domingo 2 de enero de 2022
Madrid
Recuerdos con contexto 142
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