Una de las desventajas de ser abstemio es que la improvisación queda relegada a un segundo plano. Rara vez uno actúa irresponsablemente bajo los efectos de una San Pellegrino.
Bien es cierto, que esa dificultad para improvisar es a su vez un pequeño gran lujo. Todo lo improvisado bajo la sobriedad tiene un matiz único y especial que rara vez es comparable con la infinidad de posibilidades que te ofrece la ginebra y el tequila.
Mi agua de gas de hoy ha ido acompañada de buena conversación. En el transcurso de los matices y detalles de nuestro querido Madrid hemos ido a parar al recoveco de lo común. Una pequeña tienda de libros en Claudio Coello a la que guardo especial cariño.
El agua con gas permite conversar con el grado de sinceridad que uno esté dispuesto a ofrecer, también permite a uno disfrutar conscientemente de la compañía elegida y facilita a las paredes de Mayflower enamorar a quien me acompañe.
Aunque no haya podido improvisar, al menos sé que Mayflower me ha mirado receloso, se ha quedado con ganas de seducir con sus tacos de costilla.
Martes 28 de diciembre de 2021
Madrid
Recuerdos con contexto 137
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