Carlos Pinedo Texidor
131 - Una película sin cine.
Cuando escribí a Casilda pensando en ir al cine no imaginaba que además de volver al gimnasio me tocaría recorrer Madrid en busca de unos dueños desaparecidos.
Salí del palacio de Santa Ana, aún con sueño de la noche anterior y el cuerpo machacado por un entrenamiento breve pero intenso. Casilda me estaba esperando en la puerta, raro en ella que tardase menos que yo en ducharse teniendo en cuenta que me tuvo esperando casi treinta minutos.
Después de divagar un poco sobre si entrenaríamos al día siguiente llegamos al cine Ideal. Una de mis grandes virtudes es ser previsor, cosa que ayer se me pasó por completo, razón por la que nos encontrábamos a las diez y cuarto de la noche paseando con las ganas de haber visto una película para la que no quedaban entradas.
Con castañas en una mano, y el móvil en la otra, iba sacando fotos al ritmo de las anécdotas de Cas, con las que amenizó el paseo hasta el mercado de San Miguel. Intentó tentarme con churros y helado, pero logré escapar. La suerte quiso que fuéramos a parar a un bar en el que unos pobres camareros tranquilizan a una perra abandonada.
Uno de los clientes que intentaba ayudar me miró y sonriendo espetó un cariñoso “hoy te vuelves a casa con novia y perro”. Pobre iluso pensé, ni es mi novia, ni me iba a volver a casa con el perro.
Resultó ser, que el único iluso ahí era yo, Casilda y su instinto de amazona decidió adoptar momentáneamente al perro. Nos cruzamos Madrid, de San Miguel hasta Torre Valencia, esperando que la bautizada Misifú tuviera chip. Para sorpresa del que escribe resultó ser que estaba sin actualizar, lo que propició que la buena de Casilda tuviera que ir a casa con algo de agujetas y una perra nueva.
Al final del día acabé viviendo una película sin ir al cine, cuyo argumento es el de un pobre diablo aguantando a su amiga enamorarse de una perra que hoy a medio día ha vuelto a sus dueños argentinos.
Miércoles 22 de diciembre de 2021
Madrid
Recuerdos con contexto 131