En estos dos años de vida báltica he vivido mi primera etapa de la emancipación. Dos años donde uno aprende a valorar las minucias del hogar, como el querer hacer un sandwich mixto y no tener una buena plancha para dejar el queso crujiente. Dos años donde el querer no siempre es poder, pero que más a menudo de lo que se pudiera imaginar, se acaba solventando con un sincero "es lo que hay".
Recuerdo cuando mi madre se ofreció a venir conmigo en junio del veintidós para ayudarme con la casa, inocente de mí, rechacé la oferta, no sería tan difícil comprar una vajilla y varias sartenes pensé, y me equivocaba.
Por el camino de mi emancipación llevo tres apartamentos de cuarenta y ocho, cincuenta y dos y sesenta y pico metros cuadrados. Un humilde de más a menos pasando por dos barrios distintos y que son un buen reflejo de lo que Estonia ofrece y España es incapaz de igualar, la posibilidad de progresar a temprana edad.
Desde la distancia leo a muchos autoproclamados adalides de la inversión española que comparten orgullosos sus ahorros y escuetos gastos mensuales. El nuevo progreso económico de la juventud en España parece ser que pasa por apenas llegar a fin de mes ya que gran parte se destina al ahorro. En cierta medida les envidio, son capaces de vivir sin placeres ni vicios. Envidio poder vivir en la felicidad del que no necesita una casa bien puesta o un desayuno fuera de casa cada domingo. Una realidad que por más que he tratado de replicar he sido incapaz.
He de admitir que si hablase con mi tabla de gastos e ingresos de por medio, uno podría criticar mis hábitos de consumo. Los adalides de la inversión elevarían el grito al cielo y compararían sus patrimonios enorgullecidos por no gastar. Una actitud de cierta prepotencia que cada vez veo leo más en redes sociales y blogs, pero mientras escribo este recuerdo contemplo mi biblioteca, colección de vinilos y la decoración de casa y no puedo evitar sentir orgullo. Soy un afortunado joven que vive fuera del hogar familiar, paga su alquiler y disfruta de sus pasiones, y todo ello de la mano de una isleña que concuerda conmigo, la vida con exceso de dinero no vale nada si uno renuncia a sus pasiones nobles.
Domingo 25 de agosto de 2024
Tallin, Estonia
Recuerdo #1106
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