Mi jueves ha sido un día increíblemente liado, correos y mensajes que entraban a varias bandas mientras mis quehaceres del día anterior quedaban relegados al ritmo de Mago de Öz y Extremoduro.
El Carlos del miércoles tuvo una idea bastante buena, decidió meter en la mochila los cascos grandes para aislarse en su sitio. Por poner un poco en contexto lo difícil de mi entorno, estoy rodeado de buenos amigos como Álvaro, Miguel, Paula y Carmen, y claro, en un día normal alegran, en uno liado distraen.
Entre una cosa y otra me venían fugaces recuerdos de aquella escapada a Cura con Blanca. El único momento en el que estuve a punto de romper mi abstinencia. Hablábamos de la vida de adulto, y de lo mucho que echaríamos de menos ciertos aspectos que dan para otro texto. En aquellos fugaces recuerdos mallorquines que interrumpían mi redacción de contratos, lograba apreciar el incalculable valor de lo improvisado. Algo que con el trabajo a veces se pierde.
Me acuerdo de Cura, y de muchos momentos improvisados, y al final eso es la vida. Esperar el destello en momentos de oscuridad.
Jueves 25 de noviembre de 2021
Madrid
Recuerdos con contexto 104
